domingo, 24 de noviembre de 2013

El rey y los reyezuelos

Enlace permanente de imagen incrustada¡Hola, hola, hola!

Querido lector... ¡Feliz día de Cristo Rey! Bonita la fiesta que hoy celebramos, que nos recuerda nuevamente quién es el centro de nuestra vida. No nos engañemos, todo el mundo tiene reyes en su vida, que suelo coincidir con aquello para lo que vive, aquello a lo que dedica todos sus esfuerzos, aquello que aparece como ideal absoluto.


Hay muchos de estos reyezuelos sueltos en el mundo, aparecen sin que nos demos cuenta en forma de idolillos y comienzan a gobernar la vida moviendo a nuestras decisiones a postrase ante ellos. Son dificilmente reconocibles al principio, pues de primeras no son malos, pero cuando uno quiere darse cuenta se han hecho amos y señores de nuestra vida, y ya cuesta echarles y volver a ponerlos en el lugar de importancia que les corresponde estar. Son también muy cambiantes, vienen y van, siempre con muy buena apariencia, buscando conseguir el propósito para el que se instalan en el corazón.

Dicho propósito no es otro que el de desterrar a Dios por rey de nuestra vida para hacerse ellos los más importantes, echarle a un rincón, que sea sólo una cosa mas de tantas, y cuanto mas innecesaria en nuestra vida mejor. ¿Te suenan? ¿Reconoces a alguno?

Ahí están, haciendo divisible el corazón que está llamado a ser indivisible, empequeñeciendo sus ganas de amar y entregarse de verdad, invitándole a instalarse en la cómoda mediocridad (¡para que buscarse lios y cosas que te comprometen la vida!, suelen decir). Diosecillos que prometen saciar para siempre nuestro deseo de felicidad, pero que no nos dejan mas que llenos de vacío, tristeza y sin sentido. ¿A que tu también los has visto, querido lector?

Hoy se nos recuerda una cosa esencial, la solución a estos vacíos... ¡Cristo es Rey de verdad! Y Él si puede llenar nuestro corazón, darnos una vida plena, colmar nuestras esperanzas, hacer que todo lo que hacemos tenga sentido. ¡Dios es así! Y seguro que esto también lo podemos reconocer en nuestra vida. Solo hay que dejarle ser rey, permitirle tomar los mandos de nuestras vidas. ¡Sin miedo! Confiados en Él.

La corona de nuestro Rey no es de oro y joyas... es de espinas, y por nosotros ha dejado ponérsela. Su trono no es un cómodo asiento desde el que se vislumbra todo en la lejanía... es una cruz a la que hay que estar sujeto con clavos en los tobillos y muñecas, desde ella nos muestra su cercanía y comprensión a todo lo que nos sucede en la vida. Los que tiene más cerca no son un ejercito de perfectos hombres y mujeres que nuca se equivocan... son dos ladrones crucificados con Él, somos todos nosotros, los que tantas veces le fallamos y a los que Él, con una sonrisa, tantas veces no se cansa de perdonar, levantar y aniar de nuevo a caminar a su lado, con su cruz.

¿Sabes qué, querido lector? Por un rey que se ha humillado hasta el extremo de llevar una corona de espinas y morir en una cruz por sus súbditos si merece la pena gastar la vida entera sin guardarse nada. Merece todo de nosotros.

¡Feliz día de Cristo Rey pues! Y hasta más leernos en otras historias, querido lector, Que Dios te bendiga.

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