sábado, 2 de junio de 2012

Cardenal van Thuan

¡Hola, hola, hola!

Bueno, lo prometido es deuda, aquí os traigo brevemente la historia del Cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen van Thuan. 

La encuadro dentro de una nueva sección en el blog dedicada a hablar de hombres y mujeres ordinarios extraordinarios; que lo son, no por sus logros, sino por haber vivido una vida con Dios y para Dios. La de este Cardenal es increible...

François-Xavier Nguyen van Thuan nació en Phu Cam, en la diócesis de Hue, Provincia de Tua Thien, Vietnam, el de abril de 1928. Su madre le explicaba desde pequeño las Sagradas Escrituras y le contaba las historias de los mártires de Vietnam. El país vivía bajo la mano del regimen comunista, que había destruído numerosas iglesias y hecho prisionero y matado a multitud de sacerdotes.


François-Xavier era un joven muy vivo y atlético. Cuidaba su vida de oración, se empapaba leyendo las vidas de los grandes santos, y no dejaba de asistir a la celebración de la Eucaristía. Recibió la llamada de Dios a hacerse sacerdote, y , así, entró en el Seminario Mayor de su diócesis.
 

Fue ordenado sacerdote en 1953, ese mismo año le será diagnosticada una tuberculosis de pulmón que probablemente le conduciría a la muerte, pero que, milagrosamente, desapareció. Como todo buen sacerdote, ejerció su ministerio en la parroquia, donde celebraba la Eucaristía, perdonaba los pecados, atendía a los pobres y enfermos, instruía a los niños... Dadas sus buenas cualidades será enviado a Roma para profundizar en sus estudios, allí pasará tres años.


En 1967 es ordenado Obispo de la diócesis de Nha Trang, ciudad que solo un año después será atacada por los comunistas, siendo bombradeada su casa.

El 15 de agosto de 1975, solemnidad de la Asunción de María, será detenido y encerrado. Pasará trece años en cautiverio, los cinco primeros en una campo de concentración de presos.

En estos años, el joven obispo no perdió la fe, gracias a la profunda vida de oración que no dejó de cultivar, y a la celebración diaria de la Eucaristía con un trocito de pan y tres gotas de vino en la palma de su mano (conseguía el vino diciendo que se lo trajeran camuflado, era su "medicina" para el estómago).

Vivió bastante de este tiempo aislado en una celda, vigilado por dos guardias que tenían que ser remplazados cada semana, pues van Thuan les convertía a la fe en sus conversaciones.

Llevó una luz de esperanza a los presos que vivían con él en el campo de concentración. Llevaba al Eucaristía que celebraba en bolsitas de los paquetes de tabaco, y se la daba al resto de compañeros presos cristianos. Por supuesto, cualquier símbolo de Dios estaba prohibido allí; van Thuan se hizo una cruz de madera y la metió dentro de una pastilla de jabón, que siempre llevaba en el bolsillo de la camisa, al lado del corazón.

Mas tarde su arresto pasará a ser domiciliario. Cautivo, desde su casa, escribirá cartas a escondidas a su pueblo, igual que hacía San Pablo. Van Thuan lo hará  en hojas de calendario, que lograba sacar.

En 1988 será liberado, aunque se le prohibirá ejercer su ministerio. No hizo caso, por supuesto.

En 1991 viaja a Roma, donde vivirá exhiliado el resto de su vida. Allí es nombrada por Juan Pablo II presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. Desde allí hizo numeosos viajes para encontrarse con jóvenes de todo el mundo, a los cuales llevó su testimonio.

El el 2000, año del gran Jubileo, es invitado por el Beato Papa a predicar sus Ejercicios Espirituales (podéis leer una de las meditaciones pinchando aquí). Un año después será creado Cardenal.

Van Thuan falleció el 16 de septiembre de 2002 en Roma, victima de un cancer. Su camino de esperanza en este mundo terminó, su ejemplo vida, viendo la mano de Dios en cada circunstancia, perdura y alumbra aún para esa esperanza el camino de muchos.

En 2010 el Papa Benedicto XVI abrió su proceso de beatificación.

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