lunes, 23 de abril de 2012

El síndrome de Disneylandia

¡Hola, hola hola!

Tenía ganas de escribir sobre esto... Este fin de semana he tenido el gran regalo de ir de peregrinación a Javier, Navarra, como cada año, con los jóvenes de toda la diócesis. ¡Una vez más Dios lo ha vuelto a hacer!

Una vez mas hemos compartido juntos camino, alegrías, oraciones, Eucaristía. Una vez mas vuelvo dando gracias a Dios por tantos bienes recibidos. Por tantas personas.

Y es en estos momentos pos-peregrinación cuando uno ve lo maravilloso que es estar rodeado de personas que comparten contigo lo más profundo que puede tener el hombre: la fe en Dios.  Y es cuando se puede caer en la cuenta de lo complicado que puede resultar vivir esa fe en lo cotidiano de cada día: con la familia, con los amigos, en el instituto o universidad... Y es cuando puede venirnos la nostalgia: ¡qué bonito y sencillo era todo en la Javierada!  Y es cuando aparece la tentación: lo que he vivido estos días ha sido precioso, pero no es real. ¡Ten mucho cuidado con esto! Es una enfermedad, se llama el síndrome de Disneylandia.

Quizás hayas estado alguna vez en Disneylandia (o cualquier otro parque temático de esos). Allí todo lo que nos rodea está pensado para meternos en un mundo ilusirio, fantástico e ideal. Puedes visitar el castillo de Blancanieves, ir a la fiesta del té con Alicia y el Sombrerero Loco, hacerte una foto con el Ratón Mickey y el Pato Donald (¡siempre tan sonrientes!). ¡Maravilloso!... pero irreal... lo real te espera cuando sales del parque.

Con Dios no pasa esto. ¡La Javierada no es Disneylandia! No es un mundo ficticio, ilusorio y falso. Todo lo que te ha ocurrido este fin de semana ha sido verdad, no ha sido para evadirte de la realidad, ha sido la realidad.

La vida se parece mucho a una peregrinación a Javier: caminamos juntos, a veces mas rápido, a veces mas despacio, a veces mas cansados, a veces mas frecos, a veces llueve, a veces hay sol... pero siempre hacia delante, hacia la meta: hacia Cristo, hacia la santidad.

La realidad verdadera es la vida con Cristo, y esa se puede vivir siempre: en Javier, en Móstoles, en Boadilla, en Parla, en Valdemoro... Se puede vivir con tu familia, con tus amigos, en tu instituto, en tu trabajo... En todo lo que haces. Si alguien te dice otra cosa... ¡te está mintiendo!

Ni el Ratón Mickey, ni el Cangrejo Sebastian, ni Buzz Lightyear sonríen de verdad cuando se hacen una foto contigo en Disneylandia (hay un tio dentro al que pagan por eso, ¿sabías?) Las falsas diversiones, vanas esperanzas, irreales ilusiones en las que ponemos el corazón tantas veces tampoco sonríen.  Cristo sí sonrie... y su sonrisa es de verdad, y su sonrisa te muestra el camino a la meta de la peregrinción de la vida, y te dice una cosa: ¡adelante, puedes ser Santo, siempre estoy contigo!


#CristoEsVidaReal

No hay comentarios: